La fresa de Aranjuez
La fresa de Aranjuez es una variedad llamada ‘fragaria’, que es espontánea en la ribera del Tajo, de fruto pequeño, muy azucarado y aromática, muy apreciada. Es una planta perenne y herbácea. Presenta hojas estipuladas y compuestas por 3 foliolos ovales, dentados y ordinariamente pubescentes en el envés. Tallos rastreros (estolones) que corren a nivel del suelo y producen en cada nudo, yemas y raíces que formarán más adelante plantas independientes. Sus raíces son fibrosas y poco profundas.
La fresa es una flor dispuesta en corimbo y formada por un cáliz verde con 5 sépalos pilosos, corola blanca con 5 pétalos que alternan con el cáliz androceo formado por un elevado número de estambres insertos alrededor de un receptáculo carnoso y gineceo sunem y dialicarpelar. Lo que realmente recibe el nombre de "fruto" en la fresa es el receptáculo desarrollado (poliaqueno) sobre el cual se encuentran los los verdaderos frutos (aquenis), que corrientemente se denominan "semillas".
Se recolecta desde abril-mayo hasta primeros de junio. Cuando las fresas hayan alcanzado la madurez necesaria se separan de la planta tomándolos por el pedúnculo entre el pulgar y el índice y efectuando con la uña un corte nítido. Las fresas cosechadas se irán depositando en cestos de mimbre o cajones de poca profundidad. Las fresas que han de enviarse a mercados distantes deberán cosecharse 1 ó 2 días antes de que lleguen a su completa madurez.
Las fresas son poco exigentes respecto al clima, a pesar de preferir los más templados. Las lluvias frecuentes durante la maduración dan lugar a frutos insípidos. Requieren terrenos sueltos y frescos, de naturaleza siliceo-arcilloso-caliza, siempre que no se encharque de agua y se encuentren limpios de malas hierbas.